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En aquesta pàgina trobarem eines per treballar diferents temes en els xiquets i xiquetes de l'aula d'infantil.
Sin hilos yo me se mover, yo puedo anadar y hasta correr. Los tenía y los perdí. Soy libre y soy feliz!! :D
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Reflexión de un niño
La escuela...
Es el lugar donde no solo se enseñaban y apreciaban las cosas mientras se olvidaban otras tantas.
La escuela es un tiempo y un lugar en el que ocurren cosas divertidas y también tristes, donde unos y otros estudian, escriben en sus cuadernos, juegan en el parque y conversan tan felices, donde habitan las ilusiones, las esperanzas y los desencantos, donde prueban la sonrisa y a veces el llanto, donde se sufre con el dolor del fracaso y se goza con el placer del éxito, donde a veces nos sobreviene el aburrimiento gratuitamente y donde se escriben mensajes en los pupitres a golpe de tinta azul.
La escuela es ese escenario de la vida cotidiana en el que se hacen amigos y enemigos, donde uno se conjura a los camaradas y se enfrenta a los adversarios y donde niñas y niños escriben y leen, alborotan i enmudecen, saltan y corretean, alzan la mano, hacen bolas, afinan lápices de madera alpino, se asoman al precipicio desde internet, juegan al balón, al escondite, y a la comba.
Se divierten y se aburren, y viven durante la mayor parte de su infancia y adolescencia, de lunes a viernes, les guste o no.
La escuela ha sido y sigue siendo uno de los territorios, por excelencia, de la memoria. Los recuerdos de aquellos años del colegio tan lejano, entre maestros y maestras, de colegas, de camaradas, entre amores y desamores, entre sonrisas y lágrimas, oscilando entre el aburrimiento y el jolgorio, estimulan y a la vez ocultan el ejercicio de la memoria y de la imaginación y nos invita a volver a mirar el tiempo pasado de la infancia y la adolescencia.
La escuela es un tiempo y un lugar en el que ocurren cosas divertidas y también tristes, donde unos y otros estudian, escriben en sus cuadernos, juegan en el parque y conversan tan felices, donde habitan las ilusiones, las esperanzas y los desencantos, donde prueban la sonrisa y a veces el llanto, donde se sufre con el dolor del fracaso y se goza con el placer del éxito, donde a veces nos sobreviene el aburrimiento gratuitamente y donde se escriben mensajes en los pupitres a golpe de tinta azul.
La escuela es ese escenario de la vida cotidiana en el que se hacen amigos y enemigos, donde uno se conjura a los camaradas y se enfrenta a los adversarios y donde niñas y niños escriben y leen, alborotan i enmudecen, saltan y corretean, alzan la mano, hacen bolas, afinan lápices de madera alpino, se asoman al precipicio desde internet, juegan al balón, al escondite, y a la comba.
Se divierten y se aburren, y viven durante la mayor parte de su infancia y adolescencia, de lunes a viernes, les guste o no.
La escuela ha sido y sigue siendo uno de los territorios, por excelencia, de la memoria. Los recuerdos de aquellos años del colegio tan lejano, entre maestros y maestras, de colegas, de camaradas, entre amores y desamores, entre sonrisas y lágrimas, oscilando entre el aburrimiento y el jolgorio, estimulan y a la vez ocultan el ejercicio de la memoria y de la imaginación y nos invita a volver a mirar el tiempo pasado de la infancia y la adolescencia.
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